sábado, 20 de marzo de 2021

Tic, tac... Tic, tac...

Las manecillas del puto reloj giran, hacen mortales y hasta invierten sus roles. La jodida hora no acaba de llegar.

Cierra los ojos, cuenta hasta 10 inspirando e inspirando como te decía que hicieras el soplapollas del profesor de Educación Física de turno de tu instituto, y retrotráete hasta ese instante en que, tras haber adquirido tu cachi de birra de rigor, desciendes las escaleras de tu grada y vas aspirando las partículas que conforman la atmósfera que está envolviendo a tu majestuoso estadio. Ni Bernabéus, ni Nou Camps, ni hostias. Tu feudo es el mejor de todos por la sencilla razón de que es aquel en el que el equipo de toda tu vida se deja cada 15 días los cojones para que tú te sientas el fulano más orgulloso en la oficina el lunes a las ocho de la jodida mañana.

Si leyera esto mi vieja, o mi profesora malhumorada de literatura de bachillerato, me daría un capón por malhablado. Pero que es que estoy, y estamos (no me dejéis solo ante la reprimenda), hasta los mismísimos de no poder hacer lo que da sentido a nuestras hastías jornadas de curro: ganarnos el privilegio de asistir a nuestra grada para ver a nuestra Gloria Atlética del Sil.

Gorras volando, líquido dorado empapando las caras de los hinchas que no se terminan de creer el gol del brasileño y gente que no se conoce de nada abrazándose como si acabaran de tener un hijo en común. Sí, señores, sí: gol de Yuri y la grada enferma por completo. ¿Desde cuándo no ocurre este puto orgasmo?

Escribimos esta ensoñación en pleno mes de marzo de 2021 sin tener aún claro el regreso a nuestra jodida casa. Sí, mamá, doy gracias a diario por tener una casa en la que vivir, faltaría más, me cago hasta en la pastora; pero necesito mi "otra" casa. La casa en la que todos los bercianos nos hacemos grandes. La casa que tiene un compartimento invisible donde cada socio aparca sus mierdas durante hora y media. La casa donde bebemos del puto opio del cabronazo de Rivera.

En el fútbol nos convertimos en seres carentes de toda razón y lógica. Simplemente somos unos locos compartiendo un corazón ardiendo de pasión, una garganta escupiendo las más bellas arengas y una cabeza loca haciendo cábalas por salvar la categoría en el último suspiro.

Vivamos hasta el último minuto. Metamos el jodido gol que reviente al rival.

Siempre Contigo Deportiva.