domingo, 22 de agosto de 2021

Football without fans is nothing

Cervecita fresca, maderos a caballo, cuerdas vocales afinando y un sinfín de anécdotas pandémicas. Todos estos ingredientes confitaron la previa del primer partido liguero post fucking' Covid. 

La sensación de pisar nuestra segunda casa tras la apocalipsis ya la habíamos experimentando, sí. Amistosos, filiales, y algún que otro Away de preparación. Pero la sensación extra que experimentas al entrar en tu grada el primer partido liguero tras meses y meses viendo o escuchando a tu equipito jugándose las lentejas es otro rollo.

Después de toda esta amalgama metafísica, retrotraigámonos al principio, porque el asunto previa post fucking' Covid tiene su miga. Estas "nuevas" previas son, incluso, mejores que las antiguas. El hype de ver de nuevo a tus colegas futboleros, quizá, tenga algo que ver... Pero lo que está clarísimo es que ese cachi de Estrella Galicia te sabe mil veces mejor que la lata dominguera que trincábamos encerrados... Y qué decir de esas voces solitarias que pegábamos frente a frente con el televisor, o con el transistor de turno, cuando Roja Directa no le daba por funcionar... Sin embargo, hay un acto demasiado obviado por el abonado medio... Un acto tan común y cotidiano que es casi imposible de recordar como "bonito". Ese acto en el que, sin darte cuenta, tu mano se dirige hacia el bolsillo trasero de tu pantaca para sustraer la cartera portadora del documento acreditativo más valioso del mundo: tu jodido abono. Sí, señoras y señores, sí, me estoy refiriendo al momento en que subimos las escaleras de la gate que nos encamina a nuestra grada... Sacas tu abono, el fulano de seguridad te soba un rato (no te hagas el tonto, que en todo este tiempo hasta has tenido sueños húmedos pensando en ello) y le fichas tu acreditación como socio del club en el torno de seguridad de turno. ¿Lo estás oliendo igual que yo, no? Estás dentro, y da igual absolutamente todo. Saludas a gente del pasado con la cual te has dado hasta morreos mientras Yuri cascaba gol, tu mirada se deja embriagar por todas esas luces nuevas que han puesto nuevas para que los jugadores sepan bien dónde esta la bola y, finalmente, te pierdes por las butacas del templo...

Primeras voces de emoción se hacen eco en el fondo... Obviamente, la gente está hasta acojonada. De hecho, tienen más nervios los aficionados que el propio futbolista que vuelve a sentir el apoyo de su gente (salvo el visitante, que flipa ante semejante caldera). Todo está listo, no hay por qué esperar más. El trencilla sopla y su silbato confirma que la "nueva normalidad" está de vuelta.

Primeros minutos... La gente no se acuerda de cómo hostias iba el tema... Canto, no canto... Pues claro que sí, señora, berre, ¡que para eso hemos soltado la guita! La peña empieza arengar y tú te unes al tumulto mientras tu mano hace el gesto instintivo de trincar birra... ¡Error! No hay ni birra y tu jepeto tiene mascarilla... No pasa nada, hemos jodido hasta copas en la previa a sabiendas de que dentro lo más sano que íbamos a beber sería agua. El hincha no es tonto, pese a quien le pese...

¡Dónde vas, Barrabás! Que no hemos llegado al descanso todavía. Eso que estás viendo es una "Pausita de hidratación". Los jugadores todavía están sudando las mil y una resacas del verano. Aquarius pal' pecho y venga, ¡sigan! Entretanto, tus colegas y tú pipeáis cómo esta el tema en el fondo... Nuevos rostros, guajes nuevos, díscolos del pasado... Todo en orden.

Tampoco te voy a relatar nada nuevo que tú, como declarado hincha, no sepas. Pero, como epílogo de esta reflexión, quiero que sepas que no estás tarado: todos nos hemos empalmado o mojado al entrar al campo y que, pase lo que pase: "No fans, No football.

Salud.